viernes, 2 de abril de 2010

Óptica de aumento

Hace tiempo que no nos pasábamos por el Jardín, pero aquí estamos de nuevo. ¿Por cuánto tiempo? La verdad es que ni idea, pero aprovechemos el momento. Os dejo un texto que el otro día nos pasaron en la asignatura de Dicción. Allá va.
Cada noche a la misma hora el hombre que vive solo desde hace días ve con los prismáticos a la mujer que vive sola entrando en su casa al otro lado del gran patio interior de la isla. Con la ventana abierta la mujer hace como si no fuera mirada: se acerca a la cocina, se prepara una copa, se estira en el sofá mientras hace como que lee y la faldilla se le arremanga hasta los gemelos, se quita la ropa y entra y sale del baño mostrándose y acariciándose, siempre teniendo en cuenta dónde puede estar la mirada de su público. El hombre que vive solo hace días que añora al amor de su vida, que un día se marchó dando un portazo. El hombre que vive solo se hace el encontradizo por la calle con la mujer que vive sola, toman unas copas y se sienten contentos y tranquilos como viejos amigos. La mujer que vive sola le dice al hombre que vive solo si quiere subir un ratito y él dice que sí. Y demuestra que sabe dónde están los interruptores, dónde está la tele, el cuarto de baño y el cóctel que ella se prepara cada día. Después de haberse querido sin quererse demasiado, el hombre que vive solo se acerca a la ventana abierta y mira al otro lado del patio en dirección a su casa. Le parece ver una silueta conocida. Allí, en su piso de siempre, está el gran amor de su vida que ha vuelto a casa para volver a comenzar, pero que acaba de dejar los prismáticos antes del segundo y definitivo portazo.